Unidos en oración
Recibido
"Bendigo al SEÑOR porque él me guía; incluso en la noche, me orienta y guía mis pasos". Sal 16,7. Necesitas recordar que Dios permanece atento a cada circunstancia que te toca vivir para ayudarte siempre, nunca dudes de su bondad. Unidos en oraciónP. Julian Ospina
SEMILLA AGUSTINIANA
Recibido
Diga el pobre: «Dios mío»; diga el rico: «Dios mío ». Aquel tiene menos, éste tiene más, pero dinero, no a Dios. Para llegar a Dios, el rico Zaqueo regaló la mitad de su patrimonio; Pedro abandonó sus redes y la barca ; la viuda dio dos pequeñas monedas ; el más pobre alargó un vaso de agua fría ; el absolutamente pobre y necesitado él mismo, donó solamente su buena voluntad . Dieron diversas cosas, pero llegaron a lo mismo, porque no amaron cosas diferentes ( Serm 47,30).P. Juan A. Cardenas
(Segunda parte)
Seguimos conociendo lo que la Palabra nos responde sobre las Promesas de Dios acerca del lugar en el que vivimos, siempre y cuando nuestra Oración y comportamiento, sean sinceros.Si camináis según mis preceptos y guardáis mis mandamientos, poniéndolos en práctica, yo os enviaré las lluvias a su tiempo, para que la tierra dé sus cosechas y el árbol del campo su fruto. Yo daré paz a la tierra y dormiréis sin que nadie perturbe vuestro sueño. Yo me mostraré benévolo con vosotros. Os haré fecundos, os multiplicaré y mantendré mi alianza con vosotros.
Levítico 26: 3-4, 6a, 9
PALABRAS DEL SANTO PAPA SAN JUAN PABLO II (Jn 15,12-17)
Recibido
Los hombres, elegidos desde la eternidad por el Padre en el Hijo amado, encuentran en Cristo el camino para alcanzar su fin de hijos adoptivos. Se unen a él convirtiéndose en su Cuerpo. Por él suben al Padre, como una sola realidad, junto con las cosas de la tierra y del cielo.Este designio divino halla su realización histórica cuando Jesús instituye la Iglesia, que primero anuncia (cf. Mt 16, 18) y luego funda con el sacrificio de su sangre y el mandato dado a los Apóstoles de apacentar su rebano. (…) Para la realización de esta comunión de los hombres en Cristo, querida desde la eternidad por Dios, reviste una importancia esencial el mandamiento que Jesús mismos define «el mandamiento mío» (Jn 15, 12). Lo llama «un mandamiento nuevo»: «Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros» (Jn 13, 34). «Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado». El mandamiento de amar a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a sí mismo, tiene sus raíces en el Antiguo Testamento. Pero Jesús lo sintetiza, lo formula con palabras lapidarias y le da un significado nuevo, como signo de que sus discípulos le pertenecen. «En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros» (Jn 13, 35). Cristo mismo es el modelo vivo y constituye la medida de ese amor, del que habla en su mandamiento: «Como yo os he amado» (San Juan Pablo II – Audiencia general, 15 enero de 1992)